Padre Félix Herrero Alonso, cmf
Por Josefina Bello
Nace el 1 de Agosto del 1928, en Santovenia de Pisuerga (Valladolid, España)
Renace el 6 del 1996 en Santo Domingo, Rep. Dominicana
Servicios desempeñados como Misionero Hijo del Corazón Inmaculado de María en la Congregación de San Antonio María Claret.
1953-1959 Misionero en Cuba
1959-1978 Misionero en Bayamón, Puerto Rico
Primer Superior Provincial de la Provincia Claretiana de Las Antillas
Superior y Párroco en la Parroquia San Antonio María Claret, en Santo Domingo
1978-1996 Misionero en Santo Domingo, República Dominicana.
Superior y Párroco en la Parroquia San Antonio María Claret
Formador en el Seminario Claretiano.
Miembro del Equipo Provincial de Gobierno durante tres trienios.
Escribir sobre el Padre Félix es para nosotros de inmensa satisfacción; poder decir algo sobre su vida es revivir nuestra historia como parte de nuestra Parroquia. Fueron dieciocho años de enseñanza, formación, entrega, y gracias a él ha podido existir el grupo de Seglares Claretianos que radica en esta Iglesia y que, a su memoria, lleva su nombre. Reconocía en cada uno de nosotros nuestra aptitud; supo descubrirla y encauzarla. Es así cómo cada grupo que existe hoy en nuestra Parroquia sigue dando frutos: el Costurero, los Coros, el proyecto de Canastas Navideñas, etc. Y si en algún momento la pereza o el cansancio nos acecha, basta que hagamos mención de él para que las fuerzas y la acción nos impulse. Luchó siempre expresando intensamente su amor, sin poner condiciones, ni retrocediendo ante las exigencias de ese amor al prójimo, quizás demasiado fuerte, porque era como una llama que lo consumía, que le llevaba a realizar una labor extraordinaria donde se consagraba a sí mismo en ofrenda permanente a Dios.
Como apóstol fue un gran orientador, bondadoso guía espiritual, de mente lúcida y profunda en el conocimiento del corazón humano, de intuición rápida en todo, inquieto siempre por las almas de todos los que le rodeábamos, intercediendo siempre con delicadeza, paciencia y mucho respeto. Hoy podemos contar con grandes sacerdotes formados bajo sus orientaciones.
¿Quién podría olvidar las “Mañanitas de Claret”? Hoy siguen vivas gracias al impulso que sólo él pudo darles. Con aquel gran conocimiento de música que tenía, las dirigía magistralmente y fue ya después de su ausencia cuando supimos que tenía una licenciatura en música. ¡Qué humilde y sencillo fue! Llevaba su voto de pobreza a cabalidad, amaba a los niños; y su gran preocupación eran los jóvenes. Siempre nos pedía en sus orientaciones de las Mañanitas que le diéramos participación a ellos.
En la catequesis se ocupaba de todos los detalles para la formación y también para la sana diversión: en los Campamentos, los días de Reyes. Todo era un gran gozo para él.
En ese gran recuerdo que nos queda y que seguirá por siempre, sólo nos queda darle infinitas gracias a Dios por darnos la oportunidad de haber tenido entre nosotros a ese gran enamorado suyo, seguidor de las huellas de Jesús, llevado siempre de la mano de María Santísima y del gran ejemplo de San Antonio María Claret. Como éste, él fue Misionero incansable; hasta los últimos momentos de su vida estaba preparando con entusiasmo la fiesta de la Resurrección del Señor, disponiendo todos los arreglos en la decoración de la Iglesia, en el ensayo del pregón, en todos los detalles; y su feligresía lo vio partir en un día tan especial, en una misa pascual concelebrada, caminando al encuentro definitivo de nuestro Señor Resucitado en la vida eterna.
Renace el 6 del 1996 en Santo Domingo, Rep. Dominicana
Servicios desempeñados como Misionero Hijo del Corazón Inmaculado de María en la Congregación de San Antonio María Claret.
1953-1959 Misionero en Cuba
1959-1978 Misionero en Bayamón, Puerto Rico
Primer Superior Provincial de la Provincia Claretiana de Las Antillas
Superior y Párroco en la Parroquia San Antonio María Claret, en Santo Domingo
1978-1996 Misionero en Santo Domingo, República Dominicana.
Superior y Párroco en la Parroquia San Antonio María Claret
Formador en el Seminario Claretiano.
Miembro del Equipo Provincial de Gobierno durante tres trienios.
Escribir sobre el Padre Félix es para nosotros de inmensa satisfacción; poder decir algo sobre su vida es revivir nuestra historia como parte de nuestra Parroquia. Fueron dieciocho años de enseñanza, formación, entrega, y gracias a él ha podido existir el grupo de Seglares Claretianos que radica en esta Iglesia y que, a su memoria, lleva su nombre. Reconocía en cada uno de nosotros nuestra aptitud; supo descubrirla y encauzarla. Es así cómo cada grupo que existe hoy en nuestra Parroquia sigue dando frutos: el Costurero, los Coros, el proyecto de Canastas Navideñas, etc. Y si en algún momento la pereza o el cansancio nos acecha, basta que hagamos mención de él para que las fuerzas y la acción nos impulse. Luchó siempre expresando intensamente su amor, sin poner condiciones, ni retrocediendo ante las exigencias de ese amor al prójimo, quizás demasiado fuerte, porque era como una llama que lo consumía, que le llevaba a realizar una labor extraordinaria donde se consagraba a sí mismo en ofrenda permanente a Dios.
Como apóstol fue un gran orientador, bondadoso guía espiritual, de mente lúcida y profunda en el conocimiento del corazón humano, de intuición rápida en todo, inquieto siempre por las almas de todos los que le rodeábamos, intercediendo siempre con delicadeza, paciencia y mucho respeto. Hoy podemos contar con grandes sacerdotes formados bajo sus orientaciones.
¿Quién podría olvidar las “Mañanitas de Claret”? Hoy siguen vivas gracias al impulso que sólo él pudo darles. Con aquel gran conocimiento de música que tenía, las dirigía magistralmente y fue ya después de su ausencia cuando supimos que tenía una licenciatura en música. ¡Qué humilde y sencillo fue! Llevaba su voto de pobreza a cabalidad, amaba a los niños; y su gran preocupación eran los jóvenes. Siempre nos pedía en sus orientaciones de las Mañanitas que le diéramos participación a ellos.
En la catequesis se ocupaba de todos los detalles para la formación y también para la sana diversión: en los Campamentos, los días de Reyes. Todo era un gran gozo para él.
En ese gran recuerdo que nos queda y que seguirá por siempre, sólo nos queda darle infinitas gracias a Dios por darnos la oportunidad de haber tenido entre nosotros a ese gran enamorado suyo, seguidor de las huellas de Jesús, llevado siempre de la mano de María Santísima y del gran ejemplo de San Antonio María Claret. Como éste, él fue Misionero incansable; hasta los últimos momentos de su vida estaba preparando con entusiasmo la fiesta de la Resurrección del Señor, disponiendo todos los arreglos en la decoración de la Iglesia, en el ensayo del pregón, en todos los detalles; y su feligresía lo vio partir en un día tan especial, en una misa pascual concelebrada, caminando al encuentro definitivo de nuestro Señor Resucitado en la vida eterna.
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