En aquel tiempo….
EN AQUEL TIEMPO
La casa número 4 de la calle del Cos de la Villa de Sailent se llenó de los primeros lamentos de un niño. Era el 23 de Diciembre de 1807. Los padres Joan Claret y Josefa CIará estaban acostumbrados. El que aca¬baba de nacer era el quinto hijo; todavía iban a seguir otros seis.
Los padres de Antonio tenían talleres textiles donde traba¬jaba la familia y algunos obreros.
Mosen Ramón Mas lo bautizó dos días más tarde, el mismo Día de Navidad, en la igle¬sia parroquial de Santa Maria.
Sallent, la villa natal del Santo está a 50 Km. de Barcelona. La parte el río Llobregat que va dando saltos —Sailents- sobre su cauce rocoso. En medio, un puente, que aparecerá en el Escudo Episcopal Sailent fue la primera villa que introdujo en Cataluña los telares mecánicos y las calde¬ras de vapor.
La casa de Claret era de dos plantas. Una nodriza cuidaba del niño, por falta de salud de su madre. La familia Claret era muy reli¬giosa. Al acabar la comida, leían un libro espiritual y rezaban con los obreros el rosario.
Los primeros recuerdos se refieren a la viva impresión de la idea de la eternidad. Tal vez había leído en el libro TMEI Bon Día i la Bona Nir unas coplillas que repetían: “sempre, sempre”. Antonio verla más tarde aquí el germen de su vocación misionera.
Su infancia no fue tranquila. Llegó el ejérci¬to de Napoleón, y explotó la guerra de la Independencia. Comenzaba, en el terreno de la ideas, el enfrentamiento de dos modos de conciencia social: uno más con¬servador; otro, más progresista. El vicario que bautizó a Antonio Claret capitaneaba un grupo de somatenes en guerra contra el invasor. Sus padres le hablan mandado a aprender las primeras letras con Antoni Pascual, hombre de fe ejemplar. El 12 de Diciembre de 1814 recibió la Confirmación. Aprendió de memoria las preguntas y respuestas del catecismo, que luego repetía en la iglesia.
Profesaba una devoción tierna a María. ‘Cayó en sus manos un librito, “El Roser”. Igualmente leía “Finezas de Jesús Sacramentado”. Aparecen, ya en su niñez, dos aspectos fundamentales de su piedad: la Eucaristía y la Madre del Señor. La visita a la ermita de Fusimanya, con su hermana Rosa, y la visita diaria ante el sagrario lo atestiguan. En 1817, hace su primera Comunión. Siendo todavía muy niño, un señor importante, tal vez Félix Amat, Arzobispo de Palmira, escucho del niño Antonio: “quiero ser sacerdote”. Sus padres le pusieron a estudiar en una preceptoría de latinidad de Sallent. El maestro murió, y Claret fue llevado por su padre a los telares. Tenía unos doce años.
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