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miércoles, 26 de marzo de 2008

Nuestro Patrón

¡Nacido para evangelizar!
Perfil de San Antonio María Claret

Obispo y fundador de los Misioneros Claretianos
Nació el 23 de Diciembre de 1807 – Murió el 24 de Octubre de 1870


Nace en el pueblecito de Sallent, provincia de Barcelona (España) el día 23 de diciembre de 1807. De familia profundamente cristiana, fue grande su devoción a María Santísima, a la que, ya desde pequeño, acostumbraba visitar en una ermita cercana, llamada Fusimaña, así como fue profundo su amor a Jesús en la eucaristía. Como muestra de ello: En los nueve últimos años de su vida se le concede la gracia mística de conservar la Eucaristía en su pecho de un día para otro.

De joven fue tejedor y creador de diseños para tejido. Trabajó en la pequeña fábrica de su padre y luego en Barcelona. En medio de sus triunfos, la frase del evangelio: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma”, le hizo dar un cambio y decidió estudiar para sacerdote. Fue ordenado a los 28 años, el 13 de junio de 1835.

Comenzó su vida misionera y recorrió Cataluña y la Islas Canarias evangelizando. Hacía los viajes a pie, yendo de un pueblo a otro, misionando a todos y en todos los lugares. Y como “el amor de Cristo le urgía” y centraba su vida, fundó con cinco compañeros más, en Vic, la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos), el 16 de julio de 1849, para -como el diría- “Gloria de Dios, santificación de sus miembros y salvación de todos los hombres.”

En 1850 fue nombrado arzobispo de Cuba, donde durante seis años evangelizó sin descanso toda la parte oriental isla, como antes lo había hecho en Canarias. Nombrado confesor de la Reina de España, predicó por toda España mientras acompañaba a la misma Reina en sus viajes. No sólo se dedicó a la esforzada y constante predicación oral, sino que también puso mucho empeño en la evangelización a través de la palabra escrita, sobre todo a través de folletos sencillos y populares; sus publicaciones sencillas e incisivas alcanzan hasta 144.

Murió exiliado en Francia, el 24 de octubre de 1870. Su epitafio: “Amé la justicia y aborrecí la iniquidad, por eso muero en el destierro”.

Fue declarado oficialmente Santo por el Papa Pío XII, el 7 de mayo de 1950.

Efectivamente, al contemplar su vida tenemos que reconocer con gozo lo apropiado del lema para este año bicentenario de su nacimiento: “Claret nació para evangelizar”.

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