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miércoles, 16 de abril de 2008

Doña Sara



Doña Sarah Lugo de Gautreau


Por Candido Argelio Heredia


Nace el 24 de junio de 1930 en San Carlos, Santo Domingo. Después de haber vivido por el Sector de Ciudad Nueva y trabajado en la Parroquia San Pío X, se traslada en 1980 a estos nuestros aledaños e inicia una nueva misión en nuestra comunidad parroquial de San Antonio María Claret.
Doña Sarah es una figura pública en nuestra comunidad parroquial. Todo el mundo la conoce por su emotividad y espontaneidad; la emoción la embarga y siempre llora al hablar. Es una mujer que siempre está dispuesta para realizar cualquier labor en nuestra parroquia.
Ha trabajado con casi todos los grupos de la comunidad: pastoral social, pastoral de la salud, Consejo parroquial Pastoral, entre otros. Doña Sarah ha sido la única mujer que ha desempeñado el cargo de presidenta en dicho Consejo. Actualmente trabaja en el área de economía en el Consejo y con el movimiento de los Seglares Claretianos. Promueve todas las actividades con fines económicos: recaudar fondos para las actividades de la parroquia, como son los campamentos de verano para niños, las canastas navideñas, etc.
Fue promotora, junto con el padre Félix Herrero, para la construcción de la Capilla del Santísimo. Se ha encargado voluntariamente de animar, junto con el resto de la comunidad, las misas diarias de 6:30 de la mañana. Es una constructora del Reino. La comunidad le ha puesto el nombre La Zaqueo Claretiana, porque es la que vive pidiendo y recabando fondos para todas las celebraciones de la comunidad.
Sarah es una persona mayor de edad, pero con un espíritu joven que muchos quisiéramos tener; su voluntad y su disponibilidad son algunas de las características que pueden describir mejor su personalidad. Ella es la que cierra con buen humor muchas actividades de la parroquia, entonando su canción preferida, “Amapola, gentil Amapola”…
Lo mejor de todo, según nos cuenta Doña Sarah, es que su esposo Miguel, a quien le han puesto el nombre de “El Sacrificado”, acepta todas las actividades eclesiales de ella y nunca se queja; al contrario, colabora de buena gana con ella. Damos gracias a Dios por la figura de Doña Sarah entre nosotros como constructora del Reino. ¡Enhorabuena!

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